Te miré y te convertí en sirena y tú no te distes ni cuenta,
desde el noveno sobran precipicios para acariciar tu piel,
aun seguimos sintiéndonos en cada latido de locura,
te deslizas por mi piel
jugamos a ser dos gatos que no se quieren dormir,
y para qué dormir cuando teniendo
los ojos abiertos
te veo.
Isabel efe.
No hay comentarios:
Publicar un comentario